Crónicas casi históricas by Ramón Illán Bacca

Crónicas casi históricas by Ramón Illán Bacca

autor:Ramón Illán Bacca [Bacca, Ramón Illán]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 1990-01-01T00:00:00+00:00


Diarios

Ayer no más alguien dejó abandonado en el bus su diario. Lo recogí. Era un cuadernito con forro de plástico y broche. El color era azul “pelotica” y las letras, en relieve, decían: “Mi diario”. Adentro estaba el signo de la dueña, Virgo, y su nombre, Idys Pérez. Lo que seguía era una relación de amores, tiros y heridas con picos de botella: Idys es una muchacha de vida borrascosa. Tal vez tenga alguna importancia sociológica este diario; literaria, ninguna. Pero aun así, Idys Pérez todavía practica un género que al parecer está en vías de extinción.

El caso de Idys es comprensible, si tenemos en cuenta que apenas tiene dieciocho tumultuosos años, es decir, la edad de los “diarios”.

Casi todos los de mi generación empezamos alguna vez un diario. Por ahí, y para horror nuestro, algún hijo, o de pronto la esposa, encuentra la libreta con la tinta corrida, la letra indescifrable, donde están consignados nuestros más recónditos secretos. “Presta acá”, decimos, e inmediatamente el fuego purificador vuelve cenizas nuestro pasado. ¡Qué alivio! Ya nunca la prima, que ahora está gorda, convencional y aburridora, casada con su marido “superbagre” y llena de “pelaos” necios y feos, sabrá que era la causa de nuestros suspiros y desvelos. De paso, recordamos aquel diario interceptado, en el que la “cocacola” de los años cincuenta dejaba constancia de su ferviente anhelo de querer ser primera figura de ballet, y hoy es una jugadora de “canasta” que tan sólo habla del mal “servicio”.

La mayor parte de los diarios no son para la publicación, ni se escriben para eso, ni merecen serlo. Pero algunos sí han marcado un hito literario y han trascendido la intimidad de su autor. Por ejemplo, se piensa enseguida en el Diario íntimo de Amiel, lectura obligada de todos los adolescentes a mediados de siglo. Hay otros diarios que se recuerdan con facilidad porque están en el aire: el de Kafka, el de Gide, el de Jünger. Están los diarios de los políticos, que son una ayuda preciosa para el historiador. ¡Cómo sería la Historia de distinta si hubieran sido veraces los diarios de Hitler! Para entender las intimidades del Tercer Reich es preciso conocer el diario de Goebbels y el de Ciano. El diario del Ché Guevara es un documento imprescindible para entender todo el proceso de la historia latinoamericana.

A todo esto, parece que el “género” diario ha sido mejor cultivado por las mujeres. Los ejemplos son notorios: el de María Barkishef, que tanto conmovió a nuestras abuelas; el de Virginia Woolf, del que aún ahora, treinta años después de muerta, se publica un tomo nuevo todos los años; el de Ana Frank, que impresionó a todo el mundo, y en el que esa manito infantil fue el gran dedo acusador contra el horror nazi; y el interminable diario de Anaís Nin, que me negué a seguir leyendo cuando descubrí que iba a pasarme media vida escudriñando la vida de otro.

Curiosamente, los latinoamericanos, ni hombres ni mujeres, no cultivan el diario.



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